Se acabó la época del nacionalismo
pretencioso, jactancioso y excluyente en la contaduría pública colombiana. Se acabó
el nacionalismo xenófobo, cuyo chivo expiatorio era todo lo que sonara a firma
extranjera. Se acabó el nacionalismo de los ídolos de barro y de profetas del
desastre. Se acabó el nacionalismo de los dirigentes gremiales autoelegidos
para eternidades acomodadas.
Era un nacionalismo con
apegos a los libros de contabilidad, a los oficios de escribanos y con delirios
de notarios. Estaba compuesto por dirigentes gremiales eternos que no
conocieron nunca el ABC de su profesión y por aquellos apegados al espíritu de rubricadores de documentos. También había muchos filósofos
y epistemólogos.
Defensores de un sistema
regulatorio que casi define la profesión de la “ciencia contable” y que trata como
“contador público” al operador de software contable, al diligenciador de formatos
de estados financieros y de impuestos, al auditor externo y al revisor fiscal.
El fundamentalismo de algunos nacionalistas de la Contaduría Pública
Colombiana no les permitió percibir el decreto 2649, la ley 222 y las
diferentes estructuras de los PUCs como el
camino hacia el mundo de la información para la toma de decisión con revelación
plena fundamentada en registros contables, hacia la estructura de información financiera,
y como una transición hacia el mundo de la información preparada, presentada y
certificada con ayuda de estándares de aceptación global.
Hoy después de la larga
noche nacionalista la mayoría de los estados financieros preparados en Colombia
para los usos nacionales están evidentemente llenos de errores u omisión en la aplicación
de los PCGA. Muchos querrán presentarlos como cambios por adopción de IFRS (NIIF)
y… ¡no señor! “ mamooola” eso son
errores en aplicación de PCGA ¿ Quién
los preparó? ¿Quién lo certificó? ¿Quién lo dictaminó? ¿Quién lo permitió?
¿Las Super 10 irán a
sancionar a quien confiese haber tenido errores y omisiones en los estados financieros
preparados con PCGA? ¿Y a los que
firmaron certificaciones y dictámenes con destino a autoridades que les pasará?
¿Las Super 10 tendrán
responsabilidad en la no supervisión efectiva de la aplicación de los PCGA?
Por otra parte las revisorías
fiscales no han sido capaces de trabajar a partir de los factores de riesgos de
las empresas, formulando verdaderos mapas de riesgos donde poner los ojos de la
vigilancia continua que se infieres de lo prescrito en el código de comercio. La
¡Revisoria fiscal quedó desactualizada en el mundo de la información financiera!
También quedó en el
ambiente una sensación de que la academia (programas de contaduría) no ha
podido pasar de la enseñanza de las técnicas contables prescritas en planes de
cuentas expedidos por autoridades.
Lo peor es que se volteo
la arepa, y las transnacionales de consultorías y auditorias dominan ahora el
panorama de la contaduría pública colombiana. El péndulo se fue para el lado
opuesto, hacia el exagerado apetito de las Big 4, Big 5, 6, 7 y 8. Yo no los culpo,
culpo a los que le acomodaron la papaya.
En esta nueva era tenemos
al Instituto de Contadores Públicos con el apoyo de las firmas internacionales representando
a la Contaduría Pública Colombiana ante las entidades internacionales. Se ha construido
una puerta giratoria hacia el CTCP, la JCCP y las jefaturas de regulación técnicas
de las autoridades desde este gremio, las universidades privadas élites de Bogotá
y algunos ex funcionarios de las firmas internacionales.
Ahora bien, ¿cuál es el
peligro que se cierne sobre la existencia de la revisoría fiscal?
La respuesta a la anterior
pregunta hay que ambientarla en el contexto del ejercicio de la revisoría
fiscal que supone horas hombres dedicadas a los trabajos exigidos por las
autoridades, adicionales a las de aseguramiento requeridas para el dictamen
sobre la información financiera que se contrata directamente con los clientes
de las firmas. ¿Cómo cobran las firmas las horas hombres dedicadas a la colaboración
con las autoridades?
A quién beneficia el
sobrecosto del procesamiento contable, la preparación de información y el
aseguramiento supuestos todos a partir de la aplicación de estándares internacionales,
impuestos casi que por la fuerza a todas
las empresas sin tener en cuenta la relación costo beneficio?
¿Verdad que necesitamos
otro nacionalismo? Uno menos xenófobo y más dado a la esgrimir argumentos de competencia de preparación y
aseguramiento de información, para exigir el respeto a la profesión contable.
Necesitamos un
nacionalismo interesado en la contaduría pública para rescatar la Contaduría Pública
Colombiana. Necesitamos un nacionalismo que rescate al CTCP y a La JCCP como
organismos de la profesión, que hoy quedaron como apéndices de organismos gubernamentales.
Necesitamos un nacionalismo que aplique estándares internacionales para beneficio
de todos y no para que sus líderes contraten con el estado.
Con el nacionalismo banal
y espurio no podríamos avanzar hacia XBRL ni otras tipos de tecnologías y estándares
que son productos del mercado, del neoliberalismo y de las tendencias globalizantes.
¡VIVA EL NUEVO NACIONALISMO de CONTADURIA PÚBLICA!
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"La capacidad, la competencia y la conducta al trabajar sobre información financiera global"
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