Me gusta Uribe y me gusta Chávez. Pero a veces estoy en desacuerdo con Uribe y a veces con Chávez. De Uribe aplaudo el concepto inicial de seguridad democrática, que para mi era un vehículo y no un fin para el logro de la justicia social. De Chávez admiro su irreverente desparpajo cuando cuestiona el orden mundial sostenido bajo los principios del capitalismo salvaje.
La seguridad democrática fue necesaria para alejar el conflicto de los que no querían estar en el. Pero este concepto parece que se convirtió en la columna vertebral del armazón social en Colombia. Se necesita la seguridad democrática para atraer la inversión de capital. En un país donde hay exclusión social, y el nivel de remuneración de la fuerza laboral no alcanza para la contribución al sostenimiento del estado, y el ahorro por consiguiente es cero, no es posible hacer capital. Por consiguiente es necesaria que esta seguridad democrática pueda garantizar la llegada de capital foráneo. Hasta aquí todo se justifica, pero lo que pasa es que el capital que tiende a llegar es el especulativo y no el que quiere quedarse a ayudarnos a hacer nuestros stocks de capital que no pudimos hacer ni con santandereanos, ni con los bolivarianos, y menos con sus descendientes.
La actitud frentera de Chávez se confunde por el uso mediático de sus discursos citados fragmentariamente. El uso del lenguaje fino es necesario cuando uno quiere generar opinión para planes a largo plazo, pero para el cortísimo plazo son buenas las proclamas. ¡ Y Chávez lo sabe!. Esto para el contrario se vuelve populismo y al oligarca le gusta acusar con este remoquete. No se puede hablar a gritos para discutir sobre los modelos econométricos que apoyan las apuestas en el mercado de capital jugadas con el subjetivismo ideológico del valor razonable; ni esos gritos son necesarios para mostrar las tendencias graficas del mercado accionario cuando se lo pilla en jugadas como las de Enron o en las ultimas diabluras del mercado hipotecario.
El inversionista necesita mercados de capital transparentes, y a la transparencia se le puede juzgar con juicios analíticos. Para emitir juicios analíticos se necesita información comparable, oportuna, libre de sesgos y confiable. La preparación de esta información debe reposar en una base ontológica y epistémica debidamente difundida en la comunidad civil para que llegue también al pequeño inversionista. Si aquí yo propusiera una contabilidad basada en principios estaría proponiendo una utopía ya que en nuestro mundo capitalista impera lo generalmente aceptado.
Estados financieros basados en principios, de los cuales el contador por intermedio de su academia y su agremiación conjuntamente con los reguladores estatales vaya infiriendo reglas que deriven en PUCs y formatos de presentación de información. Pero esto ya no se hace con lápiz y papel, esto se hace con tecnología informática, la cual en procesos consensuados con la profesión internacional ha generado modelos por intermedio de taxonomías homologadas a nivel global.
Un profesional claramente orientado a procesos contables e información necesaria para la tributación y el control, no podría ejercer con nivel competitivo para la información del mercado de capital. Este mercado de capital tiene sus expertos ya existiendo por siglos, que hoy se llaman las Big 8..7...6…5..4…10.11.12.13.
Regreso a lo inicial para preguntar a los contadores ¿con Uribe o con Chavez?
No hay claridad en la normatividad en nuestro pais y no hacer participes a todos los contadores quienes somos los que manejamos las normas. Ojala sean lo mas claras posibles y practicas para utilizar, unificando la forma sobre la escencia.
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