La transmisión del conocimiento y la facilitación del proceso de aprendizaje es la misión del docente comprometido con la actualización del conocimiento en su profesión y el correcto ejercicio de disciplina profesional.
Cuando un colega docente estima que el servicio a la comunidad que él puede dar sería más preciado desde la administración académica. Es decir escogió la administración de los recursos para lograr mayor cobertura y calidad en los programas de su facultad.
Ese colega docente escoge someterse a unas reglas previamente aceptadas para acceder a la posición desde donde cree servir más a la sociedad: las reglas que rigen un debate electoral para aspirar a una posición de dirección académica.
Como consecuencia de su decisión personal algunos miembros del colectivo académico lo apoyan y otros no. Puede ganar o puede perder. Si gana tiene que someterse al escrutinio público de los perdedores. Si pierde tiene que someterse al juicio histórico de sus electores. En ambos casos lo debe asumir con gallardía y con respeto a la cobertura y a la calidad de la educación.
No es dable moralmente descabezar a los contradictores ni aun manejando la excusa del profesor de tiempo completo que llega y la falta de Maestría (¿Maestría en qué?). Si bien ese descabezamiento es legal, no es moralmente correcto, y se podría estar a tentando contra los derechos humanos, o podría catalogarse como un acto terrorista. Además es un insulto a la inteligencia de sus anteriores colegas docentes ya que” todo el mundo” correlaciona la existencia del mal en ausencia del bien.
A muchos catedráticos nos duele ver estas persecuciones colegas, no por lo económico, ni por la distracción quitada. Si no que duele porque en un momento de egoísmo podrían estar matando un proceso académico o investigativo de años. Y duele más si se observa en la universidad pública que es de todos los colombianos.
Luchar contra el cinismo— “Meta su derecho de petición profesor, que para eso la universidad tiene a sus abogados” — no vale la pena, pero si vale la pena dar la lucha por la calidad de la educación. ¿Cómo calificar esta actitud antiacadémica en un proceso de auto evaluación?
¿Derecho de petición de información para demandar penalmente lo inmoral? o ¿para demandar un atentado contra los derechos humanos de los catedráticos y de los alumnos? ¡He allí el dilema! Además “ser terrorista” es ejercer acciones sistemáticas y pensadas para mermar la capacidad de una comunidad.
“Los derechos humanos son aquellas libertades, facultades, instituciones o reivindicaciones relativas a bienes primarios o básicos que incluyen a toda persona, por el simple hecho de su condición humana, para la garantía de una vida digna” Pensémoslo.
Seguiremos aportando a la discusión para la autoevaluación de programas de contaduría: “Catedráticos perseguidos por ser perdedores electorales en la Universidad de …………..”, (Suena a titular de prensa).
"La capacidad, la competencia y la conducta al trabajar sobre información financiera global"
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