En la vida hay que respetar a personas y cosas que nos causan admiración aunque no compartamos sus fines y sustratos epistémicos.
Como no respetar profundamente y admirar la ingenua fuerza filosófica de Rafael Franco con su rechazo abierto hacia la estandarización del conocimiento, la retórica discursiva de Jaime Hernández para comunicar sus creencias y convicciones personales, la abrumadora fuerza histriónica de Mauricio Gomes y su lucidez mental para discernir sobre temas doctrinales profundos.
Las producciones intelectuales de estos tres colegas han sido y serán creo yo, parte estimulante para muchas posiciones críticas. Con ellos se puede — hasta ahora ha sido así — debatir sin ser objeto de escarnio público causadas por sus fuertes defensas.
De los tres tengo gratos recuerdos de sus respuestas a mis críticas: "no se debe ser innecesariamente violento en las críticas" me dijo Rafael ; "eso es lo que necesitamos en Colombia, Hernán " me dijo Jaime , como apoyo a un discurso donde alguien criticó mi supuesto apego a normas internacionales ; con Mauricio en la Universidad de Cartagena como cuando ante su elocuente rechazo a las normas internacionales, alguien me acusó de confundir a los estudiantes con mis explicaciones de la Normas Internacionales, Mauricio no atacó mi defensa a pesar de haber utilizado su tiempo.
A los que no se debe respetar son a los áulicos y aduladores de estos tres colegas que sin más argumentos mal interpretan las opiniones expresadas por ellos y atacan irreflexivamente las posiciones críticas aduciendo amenaza a la profesión.
No se debería respetar el discurso que todo lo rechaza cuando sus autores no han demostrado conocimiento fundamentado ni actuaciones eficientes.
Si al atacar algo elevo mi discurso hacia lo filosófico muchos no me entenderán pero me admirarán. Si lo hago con mucha fuerza histriónica muchos no contradecirían por temor. Si lo hago con mucha simpatía muchos no controvierten por eso, por simpatía.
¿Hasta cuándo seguiré oyendo "profesor, en el simposio tal y en el congreso tal nos dijeron que las normas esas son para países de mercado de capital y nosotros somos un país de pymes".? ¿Hasta cuándo seguiremos oyendo que las normas internacionales no respetan nuestro ambiente especial de negocios y nuestra realidad política, social y cultural? Quisiera seguir oyendo estos defendibles juicios pero con argumentos técnico-científicos.
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