Cuanto horror estará viviendo un contador haitiano, viendo desde su ventana del día a día a un país desbastado. Allí sentado en su escritorio tratando de decidir si aplica el valor razonable, está a punto de perder la razón por no conseguir hacer la medición de unos eventos que sobrepasan su capacidad de aplicar los principios que aprendió durante toda su vida. No puede emitir juicios, no hay regla que aplicar. ¿Qué paso? ¿Que hemos hecho malo para merecer semejante castigo? ¿Mi religión es pecaminosa? ¿Por qué hemos estado viviendo sobre placas tectónicas en conflicto?
Colega Haitiano dile a tu pueblo que aquí hay una lágrima de un contador colombiano. Aquí hay una rabia contra lo desconocido por no dejarse medir con prudencia. ¿No te sirve mi lágrima? Pues voy a tratar de decirles a mis clientes que de cada partida que pueda sacar de la corriente de gastos y se convierta en dividendo le regale a Haití un poquito; servirá para un pan de un niño o para pagar sus medicinas. También le propondré que de cada gasto que logre hacer deducible de impuestos se aporte algo para el pago de una tienda de campaña. Si logro colocarles un valor diferente al de adquisición a sus activos financieros, le pediré que una porción del excedente de esa valorización lo comprometa en la dotación de una red de hospital. Tienes razón yo puedo dar más que lágrimas.
Dile a tus conciudadanos colega, que hay un contador colombiano que no quiere seguir llorando silenciosamente ante una pantalla de televisión que muestra realidades parciales, y quiere hacer propuestas razonablemente medibles (con lógica Aristotélica). Por ejemplo, propongo ver un dólar diario caminado detrás de cada víctima que se muestre en las pantallas de televisión, ya que si divido el total de lo que se dice recaudado entre el número de víctimas, me da más que eso. También propondré que de cada millón de dólar que resulte como dividendo o como menor valor del impuesto, que se dé por aplicación de normas y reglas con derecho de autor, se pueda patrocinar una microempresa Haitiana para adjudicársela de por vida a un damnificado.
Estimado colega Haitiano, voy a proponer a algunos "mensajeros de dios en la tierra" que reescriban la historia del castigo y le coloquen los matices de amor y de piedad que trasmitió Jesucristo. A los científicos les propondré que digan que probabilidad de ocurrencia tuvo y tiene el suceso catastrófico que hoy enluta a Haití. A los contratistas internacionales les preguntaré como pretenden hacer sostenible los negocios de recuperación, reconstrucción y construcción de la infraestructura productiva de la zona devastada, pero con la mano en el corazón.
Lo primero que haré después de este llamado será mandarle una copia a cada colega de mi lista de contactos. Lo segundo es decirles a las distintas Agremiaciones de Contadores Colombianos que abran una cuenta para recibir nuestros aportes. Propondré que los patrocinadores de los eventos calculados para explotar el tema de las normas internacionales, donen el valor de los pagos recibidos para aliviar el dolor de Haiti.
Bueno colega tu dolor es más duro que el mío, por eso voy a comenzar a trabajar silencioso en este proyecto.
Me uno al clamor de los contadores colombianos, me uno al proyecto silencioso de nuestro colega escritor. Mis mas sinceras felicitaciones por la manifestacion de apoyo con los cotadores Haitianos.
ResponderEliminarSaludes Hernán. Pienso que el sólo hecho de llamar la atención sobre la catástofre de Haiti es una gran contibución a el valor de la solidaridad. Debemos fortalecer en los contadores este valor, más cuando se trata de una situación que obliga a toda la humanidad. Felicitaciones por su referencia.
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