Hay que demostrar idoneidad en todos los campos de actuación de la Contaduría Pública incluyendo la actividad gremial y de orientación tecnica. A los profesionales de la disciplina contable se les debe exigir que acrediten las siguientes competencias:
- Movilización de conceptos y reglas fundamentales para registrar e informar (contablemente)
- La contabilización como el arte del registro(escritura) contable y de la teneduría de libros
- El tratamiento de datos necesario para preparar información
- Preparación de Estados Financieros en estructuras diversas
Contabilización (de recursos y) hechos económicos de tal manera que se dé la conformidad de los registros contables con las reglas comerciales, con las técnicas de teneduría de libros y con las de reconocimiento de elementos de los estados financieros.
Hoy en día es conocimiento vulgar el relacionado con los soportes documentales de las transacciones y eventos (sucesos) propios de los hechos económicos contabilizables. Sin embargo su manipulación dentro de la disciplina contable requiere de un grado de especialización por encima de este conocimiento vulgar. Estos soportes que adoptan formas especiales para cumplir con requisitos comerciales, contables, tributarios y administrativos, son indispensables para observar en ellos los hechos económicos y extraer de estos las características necesarias para convertirlos a registros contables. Estos registros contables alimentan unas estructuras especiales llamadas libros ya sea que en su manipulación se utilicen técnicas de escritura tradicionales o las de tratamiento de datos automatizados.
La preparación de los estados financieros, como parte integrante de la información financiera a divulgar, debe hacerse con reglas claras de clasificación y de valuación de elementos de estados financieros. Estas reglas que deberían ser universales para asegurar la comparabilidad, hoy en día son emitidas por múltiples agentes receptores. Esta comparabilidad debería ser diferenciada únicamente si son para soportar las decisiones relacionadas con el mercado de capital, para el de bienes y servicios o para las de control del Estado.
A los estados financieros se les ha dado todos los atributos para que sean el soporte de la confianza pública. Es por esto que se necesitan juicios necesarios para soportar la confiabilidad y la transparencia. Estos juicios se le han pedido tradicionalmente al contador que actúa como auditor.
La confiabilidad tiene como su mejor aliado a la auditoría financiera que cuenta con un largo recorrido de profesionalización y un desarrollo importante de normas de actuación profesional, de planeación, supervisión y de preparación de papeles de trabajo. Estas normas no son tan discutidas al nivel técnico en nuestro país. El solo hecho que un contador no adecuadamente entrenado exprese que se cumplen los principios generalmente aceptados nos hace desconfiar del perfil de auditores que hemos estado sacando al mercado profesional. Pero también puede generar desconfianza cuando se ve que los dirigentes gremiales y regulativos evaden el nivel técnico de la discusión, para refugiarse en el nivel filosófico, epistemológico y doctrinal.
La expectativa de confianza pública esperada por la existencia de unos Estados Financieros Auditados es superada por la expectativa de confiabilidad de los órganos reguladores hacia la gestión empresarial. Esta expectativa se cumple a nivel internacional por la evaluación y certificación sobre el control interno a la información financiera, pero a nivel de Colombia se espera que una figura" muy colombiana", como la de la Revisoría Fiscal honre esta expectativa.
La Revisoría Fiscal en Colombia no solo tiene la misión de la confiabilidad financiera, sino que se le ha pedido que intervenga en el aseguramiento y monitoreo de la gestión empresarial. El Revisor Fiscal tiene la misma intensidad de aprendizaje para alcanzar las mismas competencias anteriormente descritas para el contador y el auditor, pero no se ha descrito claramente su nivel de competencia diferenciado.
El desarrollo normativo en nuestro país ha carecido de continuidad a nivel técnico, limitándose a la crítica epistémica y jurídicas de las propuestas que tratan de subsanar esta carencia; como también al rechazo ideológico a todo lo que suene a imposición foránea en beneficio de claras tendencias doctrinales.
Mientras tanto nuestra academia sigue sometida a un sistema de autoevaluación de una calidad de papel, apoyada en una comprobación de pares de alto prestigio intelectual y de tremendo nivel académico que desconocen el nivel de competencias disciplinar de la Contaduría Pública.
El sueño de integración gremial sigue siendo una quimera ya que muchos de nuestros dirigentes gremiales tradicionales provienen de una época cuando no había mucha capacidad académica y científica dentro de los agremiados; y ellos , privilegiados portadores de estas capacidades, tuvieron que abandonar la actividad disciplinar para hacerse cargo de las lides gremiales. Esto nos deja con una tendencia a aceptar poco discurso técnico para aspirar y mantenerse en las lides gremiales, donde aparentemente más cuenta el prestigio que la experiencia y la capacidad profesional. Excelentes profesionales y académicos poseedores de las competencias descritas no están siendo tenidos en cuenta para las discusiones técnicas con objetivos propositivos lideradas por las agremiaciones.
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